jueves, 15 de septiembre de 2016

RECICLE SU DOLOR


¿POR QUÉ DIOS PERMITE MI DOLOR?

Habría muchas razones, pero solamente vamos a mencionar cuatro:






1. Él nos ha dado un libre albedrío. Una elección. En Génesis se dice que fuimos hechos a la imagen de Dios. ¿Cómo es usted igual a Dios? Dios nos dio una elección.
Usted puede elegir entre lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, la maldad y la vida. Dios dice que usted puede rechazarlo o aceptarlo. Es su elección. ¿Por qué? Dios no quería un montón de títeres. Él pudo haberlo hecho sin libre voluntad. Pudo haberlo hecho de forma que todos los días se postrara tres veces y orara, que siempre hiciera lo correcto y nunca lo incorrecto. Pero Dios quería personas que le amaran voluntariamente. Usted no puede decir que ama a alguien al menos que tenga la oportunidad de no amarlo. Así que Dios le ha dado una voluntad libre y una libre elección.

Esa voluntad libre no solamente es una bendición sino también una gran responsabilidad, porque algunas veces tomamos decisiones equivocadas y estas causan toda clase de consecuencias dolorosas en nuestras vidas. Por lo tanto, es bueno que sea libre y pueda elegir, pero es malo porque frecuentemente elige lo malo y eso causa dolor en su vida. Puede escoger usar drogas. Si se vuelve adicto, es su culpa. Puede elegir ser un promiscuo sexual, si contrae una enfermedad es su culpa. Dios dice: “Sí, no me gustaría que tuvieras este dolor, pero es parte del paquete que viene con la libre voluntad”.

Dios no solamente le da un libre albedrío, sino que se lo da a todos. Algunas veces alguien no hace lo correcto y usted es dañado como una víctima inocente. Hay personas que han sido dañadas profundamente por un padre, un ex cónyuge, un maestro, un amigo, un pariente. Dios pudo haber evitado que recibiera esa herida. Todo lo que hubiera tenido que hacer era quitarle el libre albedrío a esa persona para que no hiciera lo incorrecto. Pero si él hubiera hecho eso, para ser justo, tendría que haberle quitado
a usted también su libre albedrío. ¿Ve el dilema? El problema es que al tener una voluntad libre somos bendecidos, pero también tenemos una responsabilidad. Y Dios dice: “No voy a pasar por sobre tu voluntad”. Dios no envía a nadie al infierno; usted elige ir allí al rechazar todo lo que él ofrece. Él dice: “Te amo, quiero que seas parte de mi familia”. Pero si usted dice: “Olvídalo Dios”, levanta su nariz y abre la puerta y sale, no puede culpar a nadie más que a usted mismo. Tenemos libre albedrío.


2. Él usa el dolor para atraer nuestra atención. Dios emplea el dolor para atraer nuestra atención. El dolor es una luz de advertencia, una alarma, un timbre. Dice: “Es tiempo, algo está mal”. El problema no es su dolor. Su depresión, su ansiedad, su temor no son realmente su problema. Esos sentimientos son una luz de advertencia que dicen que hay algo más que es en verdad su problema. Son sencillamente un síntoma del mismo. El dolor no hace otra cosa que decir que algo está mal en su vida. El dolor es el megáfono de Dios. Dios nos susurra durante nuestro gozo pero nos grita en nuestro dolor. ¡Despierta! Algo está mal. Proverbios 20:30 dice: “Algunas veces tiene que suceder algo doloroso para cambiar nuestros caminos”. No cambiamos cuando vemos la luz pero sí cuando sentimos el calor.
Pablo dice en 2 Corintios 7:9: “Me alegro; no por la tristeza que les causó, sino porque esa tristeza los hizo volverse a Dios”.


3. Él usa el dolor para enseñarnos a depender de él. Mire el ejemplo de Pablo en 2 Corintios 1:8-10: “Estábamos tan agobiados bajo tanta presión, que hasta perdimos la esperanza de salir con vida ... Pero eso sucedió para que no confiáramos en nosotros mismos sino en Dios ... El nos libró y ... seguirá librándonos”. Usted no sabe que Dios es todo lo que necesita hasta que lo único que le queda es Dios. Cuando lo ha perdido todo y todo se desmorona, no sabe que Dios es todo lo que necesita hasta que se
da cuenta de que él es todo lo que tiene. Y si nunca ha tenido un problema, nunca sabrá que Dios puede resolver sus problemas. Dios permite que el dolor le enseñe a depender de él. El Salmo 119:71 dice: “Me hizo bien haber sido humillado, pues así aprendí tus leyes”. La verdad es que algunas cosas solamente las aprendemos por medio del dolor. Es el único camino por el que aprendemos.


4. Él permite que el dolor me dé un ministerio para otros. Dios permite el dolor en mi vida para darme un ministerio para otros. Me hace humilde, simpático, sensitivo a las necesidades de los demás. De esto trata el Paso 8. Rindo mi vida a Dios para ayudar a otros. (todos los 8 pasos los encuentra en este mismo blog en las ultimas entradas) La verdad es que el dolor prepara para el servicio. 2 Corintios 1:3-4 dice:
“Dios ... nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren”. En alguna etapa de nuestras vidas, todos necesitamos algún tipo de recuperación:
¿Quién mejor que alguien que ha luchado con el alcoholismo para ayudar a un alcohólico? ¿Quién puede ayudar mejor a alguien que está tratando con el dolor del abuso que alguien que fue abusado? ¿Quién mejor que alguien que ha perdido su trabajo y ha tenido que declararse en bancarrota para ayudar a alguien que también está pasando por esto?
Dios puede usar y reciclar el dolor en su vida para ayudar a otros, pero tiene que estar abierto a eso y ser honesto. Si guarda esa herida que tiene para usted mismo, estará desperdiciando la oportunidad que Dios le ofrece.

¿CÓMO USAR MI DOLOR PARA AYUDAR A OTROS?







Necesita hacer una lista de todas las experiencias que ha tenido en la vida hasta este día, hayan sido buenas o malas, las haya causado usted o no. Una vez hecha la lista, pregúntese: “¿Qué aprendí de esa experiencia? ¿En qué forma me ayudó Dios a pasar por ese tiempo difícil?” Pregúntele a Dios: “¿Cómo me ayudaste durante ese tiempo difícil?” Luego escriba esa historia. ¿Por qué? Porque los pensamientos se ordenan cuando pasan a través de los labios y los dedos. Escríbalo. Luego, pregúntese: “¿Quién se podría beneficiar más al escuchar mi testimonio?” La respuesta es: Las personas que están pasando en este momento por lo que usted ya pasó, las personas que están un poco atrás de usted en el proceso. Y usted le dice a Dios: “Estoy disponible”. Entonces esté listo. Porque si usted está listo a compartir las buenas nuevas de Dios acerca de cómo él ha trabajado en su vida, Dios lo va a usar. Hay personas por
todo este mundo que necesitan escuchar su historia, que están atravesando lo que usted ya experimentó.
Algunas veces Dios quiere que usted tome la iniciativa. Esto se llama intervención.

Gálatas 6:1-2 dice: “Si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde. Pero cuídese cada uno, porque también puede ser tentado. Ayúdense unos a otros a llevar sus cargas, y así cumplirán la ley de Cristo”. Esto no es una sugerencia, sino un mandato. Dios no dice, “Sería una buena idea restaurar otros”, sino dice: “Hazlo”. Si usted es un creyente, debe
compartir los problemas y dificultades con otras personas. Repito, es un mandato. Si no lo está haciendo, no está obedeciendo a Dios.
He aquí tres sugerencias para cuando vaya a compartir su historia. Recuerde, usted tiene una historia que contar y Dios no quiere desperdiciar la herida, los problemas que ha tenido:

1. Sea humilde. Todos estamos en el mismo bote. Todos somos compañeros de lucha. Cuando comparte su historia, cuando testifica, es básicamente un mendigo diciéndole a otro mendigo dónde encontrar pan. sea humilde y diga: “Todos estamos juntos en esto; esto es lo que me pasó a mí”.

2. Sea auténtico. Sea honesto con respecto a sus heridas y fallas. Usted ayuda a otros siendo honesto con respecto a sus heridas. Eso les ayuda a ellos para ser francos. Otro aspecto asombroso es que cuando usted comparte su historia, esto le da esperanza a ellos y sanidad a usted.
Cada vez que comparte su historia con alguien, se hace un poco más fuerte. Es sanado un poco más. Comienza a crecer.

3. No dé un sermón. Solamente comparta su historia. Dios desea que usted sea un testigo, no un abogado defensor. No discuta con nadie con respecto al cielo. No obligue a nadie a ir al cielo. Solamente comparta. Es lo que me sucedió a mí.


Deseo desafiarle a dar estos cuatro pasos de acción:

1. Si todavía no ha comprometido su vida con Jesucristo, hágalo hoy. ¿Qué está esperando? La tragedia más grande sería que usted fuera por todo el camino a través de esta serie, escuchara estas grandes verdades y la esperanza que ellas traen, y no hiciera nada al respecto, como cruzar la línea y entregar su vida a Cristo. Si no lo ha hecho, hágalo hoy.

2. Escriba su historia. Dedique algo de tiempo para sentarse y meditar en lo que Dios ha hecho en su vida, en lo bueno, lo malo y lo feo, y en cómo él puede usar eso para ayudar a otros.

3. Comprométase con la familia de alguna iglesia para obtener apoyo. La asistencia no es suficiente para la recuperación. Esta requiere compromiso y requiere relacionarse con otros.

4. Pídale a Dios que le dé a alguien para compartir su historia, alguien a quien pueda contar las buenas nuevas de cómo Dios puede hacer la diferencia en la vida de una persona. El mundo está lleno de gente que necesita su historia, y si no la cuenta, ¿dónde la van a escuchar? Usted es la única Biblia que algunas personas van a poder leer. }





4 comentarios:

  1. Hola buenos días muchas gracias por su Mensaje fue de gran bendición a decir verdad lei las palabras exactas que queria oír fue de muchísima Bendición.
    Dios lo Bendiga y derrame sobre abundante bendiciones

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    1. gracias, Dios use tu vida de maneras que no imaginas, el señor te sonría. bendiciones

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  2. Bendiciones muchas bendiciones excelente palabra edifica mucho Dios sea glorificado en todo Bendiciones

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    1. gracias por comentar y por leer, El Señor derrame sobre ti abundante paz y te sostenga

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